Descubre cómo empieza a comunicarse con los demás entre los cuatro y los seis meses.
Entre los cuatro y los seis meses, podrás observar que el bebé desarrolla extraordinariamente su capacidad para comunicarse con los demás.
De forma gradual, el pequeño empieza a utilizar una serie infinita de vocablos, como "oh" y "ah", y descubre la posibilidad de unir una consonante a las vocales, estableciendo los cimientos del verdadero lenguaje.
Alrededor de los seis meses, casi todos los niños balbucean sus primeras sílabas y, al escuchar hablar a los adultos, memorizan el alfabeto de la que será su lengua materna.
Todavía no son capaces de comprender el significado de los términos, pero se ejercitan en la imitación de los sonidos que escuchan a su alrededor.
Este "gimnasio sonoro" constituye para ellos la antesala del lenguaje.
Ahora, la visión, que hasta el momento había representado el principal canal de comunicación con el bebé, ya no es suficiente.
Es importante hablar mucho con el niño, leerle cuentos, explicarle algún episodio de la vida diaria, puesto que, si bien todavía es incapaz de descifrar las palabras, puede seguir el sentido de la frase por el tono de la voz, por la expresión de la cara o por los gestos.
Gracias a este ejercicio, le transmitirás información, ideas y sentimientos importantes para su crecimiento intelectual y afectivo.
El bebé empieza a prestar una mayor atención a sonreír más a aquéllos que le cuidan y, alrededor de los seis meses, podría empezar a dirigirse de una forma especial a una persona concreta, que se convertirá en su punto de referencia principal para las fases importantes de su desarrollo.
Placer, alegría y deseos son sentimientos que el pequeño experimenta ya con enorme intensidad y que refleja, sobre todo, en las expresiones de su rostro.
Lo importante es no estimularlo demasiado y detenerse en el momento adecuado, si nos parece que está demasiado excitado, lo cual podría indicar que está cansado y que necesita un poco de reposo y tranquilidad.
No debes temer que adquiera demasiados "vicios" en estos primeros meses.
El hecho de responder de inmediato a sus requerimientos y dirigirle muchas atenciones le aporta confianza y lo hace menos irascible y nervioso.
La elección de sus juegos reviste una gran importancia, puesto que constituyen el medio con el que el pequeño mantiene un primer encuentro concreto y autónomo con la realidad.
Están aconsejados los juguetes de construcción compuestos de diversos materiales y con formas variadas (contribuyen a su desarrollo táctil), los sonajeros, los muñecos blandos, las alfombras provistas de juegos y los centros de actividades (que disponen, en general, de botones de colores que emiten sonidos), dado que estimulan su interés por las funciones sensoriales.
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